Desclasificación bibliográfica n°2: Hombre, blanco, cis. Una etnografía de la blanquitud
Lucía Egaña Rojas
2021- BCNA
Investigación
El mapa de los libros que leemos tiene como mucho diez países en el mundo. Casi todos concentrados en una parte de europa, de estados unidos, canadá… Estos países/libros están llenos de instituciones, llenos de cofradías de la ciencia y del pensamiento, llenos de premios nobel. Espacios habitados exclusivamente por hombres blancos y cisgénero cuyos nombres se van repitiendo incesantemente, construyendo una letanía del poder de la palabra, del poder del decir, del publicar. Estos señores escribían mucho, pero es difícil imaginarlos cocinando, limpiando, cuidando. Hombres blancos que escriben, piensan, nombran y traducen, que dicen cómo es el mundo. Éxito y logro, no hay en ellos fallo, intelectualmente resultan intachables esos diez países de la cartografía incompleta de nuestro pensamiento.
¿Cómo abrir nuevos espacios epistémicos en nuestras colonialmente codificadas subjetividades?Tu cabeza es un departamento viejo recibido en herencia. Abarrotado de muebles vetustos, en ese departamento no te puedes mover. Los muebles no te dejan caminar. Intentas deshacerte de ellos, pero se han hecho demasiado grandes como para poder sacarlos por las puertas o ventanas. Estás atrapada.
Los libros, como las estatuas, son las infraestructuras, las políticas (y las policías) de la autorización discursiva1. Esta etnografía de la blanquitud busca horadar los estados nación con un taladro o con unas pinzas. Romper el sistema cerrado de la referencialidad. Hacer ingeniería inversa de las producciones culturales. Una etología de los intelectuales. Un inmiscuirse en la vida privada para estallar la vida pública que se nos ha colado en las formas de pensar.
Exposición en Tangent Projects (oct-nov 2021)
En la investigación participaron: Luna Acosta, Henrique Lukas y Claudia Ventola. Con la colaboración de Verónica LaHitte.
El proyecto pudo desarrollarse en su fase de investigación gracias a una beca OSIC 2020.
¿Cómo abrir nuevos espacios epistémicos en nuestras colonialmente codificadas subjetividades?Tu cabeza es un departamento viejo recibido en herencia. Abarrotado de muebles vetustos, en ese departamento no te puedes mover. Los muebles no te dejan caminar. Intentas deshacerte de ellos, pero se han hecho demasiado grandes como para poder sacarlos por las puertas o ventanas. Estás atrapada.
Los libros, como las estatuas, son las infraestructuras, las políticas (y las policías) de la autorización discursiva1. Esta etnografía de la blanquitud busca horadar los estados nación con un taladro o con unas pinzas. Romper el sistema cerrado de la referencialidad. Hacer ingeniería inversa de las producciones culturales. Una etología de los intelectuales. Un inmiscuirse en la vida privada para estallar la vida pública que se nos ha colado en las formas de pensar.
Exposición en Tangent Projects (oct-nov 2021)
En la investigación participaron: Luna Acosta, Henrique Lukas y Claudia Ventola. Con la colaboración de Verónica LaHitte.
El proyecto pudo desarrollarse en su fase de investigación gracias a una beca OSIC 2020.
There is no fault in success and achievement, and intellectually speaking the incomplete cartography of these ten countries are blameless.
How can we open new epistemic spaces in our colonially encoded subjectivities?
Your head inherits an old department crowded with antique furniture, in this department you can't move. The furniture doesn't let you walk, you try to get rid of it but it has become too big to get through the door or windows. You are trapped.
The books, set in stone and immovable like statues, form the infrastructure and politics (and policing) of discursive authorisation. This ethnography of whiteness seeks to pierce the nation states - with a drill or tweezers - to break the closed system of referentiality. An ethnology of intellectuals, interfering with our private lives and creeping into our ways of thinking, before exploding into public and collective thought.
How can we open new epistemic spaces in our colonially encoded subjectivities?
Your head inherits an old department crowded with antique furniture, in this department you can't move. The furniture doesn't let you walk, you try to get rid of it but it has become too big to get through the door or windows. You are trapped.
The books, set in stone and immovable like statues, form the infrastructure and politics (and policing) of discursive authorisation. This ethnography of whiteness seeks to pierce the nation states - with a drill or tweezers - to break the closed system of referentiality. An ethnology of intellectuals, interfering with our private lives and creeping into our ways of thinking, before exploding into public and collective thought.